El impacto de los desfiles de Victoria’s Secret en la salud mental del público ha sido un tema de discusión durante años. Las comparaciones con los cuerpos aparentemente perfectos de los "Ángeles" pueden provocar problemas graves como anorexia, depresión y una insatisfacción corporal generalizada. Sin embargo, detrás del glamour y la perfección que se exhibe en la pasarela, las propias modelos también sufren.
Un estándar de belleza inalcanzable
El cuerpo de las modelos de Victoria’s Secret ha cambiado un poco con el tiempo, especialmente con la inclusión de lo que la marca denomina "modelos de tallas grandes". No obstante, estos intentos siguen siendo insuficientes. La primera modelo considerada plus size, Bárbara Palvin, mide 1,75 metros y pesa 55 kg, con medidas de 87-58-89. Estas cifras no reflejan lo que la mayoría de la sociedad entendería como una talla grande, lo que pone de manifiesto la visión distorsionada de la compañía sobre los cuerpos reales.
Mientras que algunas modelos parecen no verse afectadas por esta categorización, muchas otras han sufrido las consecuencias de intentar cumplir con los estrictos estándares de la compañía. Estos estándares han resultado en problemas de salud tanto física como mental para las modelos.
Los efectos en la salud de las modelos
Uno de los problemas más comunes reportados por las modelos de Victoria’s Secret es la ansiedad y la depresión, producto de la presión constante por mantener una imagen perfecta. Además, muchas de ellas sufren desajustes menstruales, una consecuencia directa de los bajos niveles de grasa corporal y las dietas extremas. Cuando el cuerpo no recibe suficiente energía, empieza a priorizar las funciones vitales y deja de lado otras, como el ciclo menstrual. Esto no solo afecta su salud reproductiva, sino que también puede derivar en problemas de fertilidad a largo plazo.
Casos alarmantes: Bridget Malcolm y Sara Sampaio
Uno de los casos más conocidos es el de Bridget Malcolm, una modelo australiana que debutó como Ángel de Victoria’s Secret en 2016. A pesar de su éxito inicial, en 2017 fue despedida por tener una diferencia de tan solo 1,3 cm en su contorno de caderas respecto al año anterior. Esta experiencia la sumió en una profunda depresión y ansiedad, lo que eventualmente la llevó a ser diagnosticada con trastorno de estrés postraumático. Su historia es un ejemplo claro de cómo la presión por alcanzar un estándar de belleza extremo puede tener efectos devastadores en la salud mental.
Otro caso notable es el de Sara Sampaio, quien reveló públicamente en 2018 que padece de tricotilomanía, un trastorno de control impulsivo que la lleva a arrancarse el pelo de las cejas debido al estrés y la ansiedad. Aunque comenzó a experimentar estos síntomas a los 15 años, antes de trabajar para Victoria’s Secret, la presión constante por mantener una apariencia perfecta no ha ayudado a su condición.
El impacto en la sociedad
En 2021, se realizó una revisión de 25 estudios que analizaron el efecto de ver los desfiles o imágenes de los Ángeles de Victoria’s Secret en el público. Los resultados fueron preocupantes: una breve exposición ya era suficiente para causar insatisfacción corporal, lo que podía derivar en problemas más graves como depresión o trastornos alimentarios. Esto demuestra que no solo las modelos sufren, sino también los espectadores que ven estos ideales de belleza como algo inalcanzable.
Un cambio insuficiente
Aunque Victoria’s Secret ha intentado hacer cambios en su selección de modelos, incluyendo una mayor diversidad de cuerpos, sigue estando lejos de representar una verdadera variedad corporal. El impacto negativo en la salud tanto de las modelos como de los espectadores continúa siendo un problema importante. La esperanza es que, con el tiempo, la compañía y otras marcas en la industria de la moda tomen medidas más drásticas para promover una imagen más saludable y realista del cuerpo humano.